Os invito a la conversación que vamos a tener el próximo domingo 5 de Abril entre las 18:00 y las 19:00.
Esta vez el tema girará en torno a cómo delimitar qué y cuánto es lo suficiente para llevar una vida digna.
Os remito, como siempre, un artículo de introducción al tema para quienes queráis participar en la conversación y para quienes no queráis o no podáis y os interese leerla.
Además, os propongo a quienes participaréis y a quienes no lo hagáis una breve reflexión que utilizaremos en la conversación. Los resultados de la misma nos pueden ayudar a la conversación.
Recordad que podéis invitar a quien queráis, la entrada y la participación es libre sin ninguna restricción. El enlace para este próximo domingo es el siguiente: https://eu.bbcollab.com/guest/48b289d30a1741f7b177fd0c9fbf19f4 (Este enlace valdrá para todas las próximas conversaciones de domingo)
¿CUÁNTO ES LO SUFICIENTE? MEDIR NUESTRAS NECESIDADES
Ante la racionalidad economicista que nos ofrece un camino de progreso en el que tener más siempre es estar mejor, la racionalidad de lo suficiente nos dice que el estilo de vida económico debe centrarse en lograr lo suficiente para llevar una vida digna y conformarnos con ello para poner nuestras energías en llevar una vida plena y canalizar nuestras ansias de mejora por cauces que no sean el de poseer más. El problema que se plantea con frecuencia es cómo medimos lo suficiente, porque hay personas o familias que dicen necesitar más que otras.
En este breve artículo vamos a introducir este tema para entender dónde está la clave de lo suficiente y cómo esto influye, no solo en el nivel de vida al que aspiramos sino también en la satisfacción que recibimos por las cosas de las que disfrutamos, en nuestras exigencias ante la vida, en nuestra disposición ante la gratuidad y la gratitud y, en esencia, en nuestra capacidad para llevar una vida plena.
Para entender y medir lo suficiente tenemos que diferenciar entre necesidades y deseos o apetencias (refiriéndonos siempre a las materiales o económicas, es decir a aquellas que se cubren con bienes y servicios, normalmente a través del mercado). Las necesidades son (desde el punto de vista económico): “Carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida” (RAE) y pueden ser “básicas” o “sociales y de la condición”. Las primeras podemos identificarlas como aquellas que precisamos para sobrevivir, es decir, para no morir de hambre, de frío o calor, de cansancio, de una enfermedad fácil de curar, etc. Es decir: alimentarse, refugiarse del frío y el calor, sanar de las enfermedades para las que tenemos cura, descansar, etc.
Las necesidades sociales y de la condición, son aquellas que no siendo necesarias para la supervivencia, las precisamos para poder vivir dignamente en el lugar que habitamos y para poder desarrollar nuestra profesión (un automóvil, un ordenador, conexión de wi-fi, etc.) Por último, los deseos o apetencias son aquellas cosas que nos gustan, que deseamos poseer o disfrutar de ellas, pero que ni nos son imprescindibles para nuestra supervivencia, ni precisas para vivir dignamente en nuestro entorno, ni indispensables para desarrollar nuestro trabajo remunerado.
Cuando hablamos de lo suficiente para vivir, lo primero que hay que tener en cuenta son las necesidades básicas. Estas son las mismas para todo el mundo aunque su dotación y concreción es diferente según la persona, el lugar en el que vive, la edad que tiene, el tamaño de la familia, etc. Así todos tenemos que comer pero no tiene que comer lo mismo una persona que mida dos metros y pese cien kilos que otra que mida un metro sesenta y pese cincuenta. Tampoco hay que refugiarse igual del frío y el calor si vives en el ecuador o si vives dentro del círculo polar ártico. Las circunstancias determinan la dotación de unas necesidades que son comunes a todo el mundo.
En esencia estas necesidades son objetivas, podemos contabilizarlas y decir cuál es el coste de las mismas dependiendo del lugar en el que se vive y hallar así el mínimo suficiente para cubrirlas. De hecho existen instituciones en diversos países que contabilizan estos mínimos necesarios para una familia. Pongo un ejemplo de una Universidad de Reino Unido que tiene un observatorio que realiza estas medidas: https://www.lboro.ac.uk/research/crsp/mis/ Es evidente que los criterios de contabilización son discutibles, como todo en esta vida, pero estos institutos realizan una buena aproximación a este mínimo vital.
En cuanto a los deseos o apetencias, son bienes y servicios que queremos disfrutar, y que son buenos por si mismos (ir al cine, salir de excursión a la montaña, ver teatro, escuchar música…) pero que no son imprescindibles para llevar una vida digna. Por ello, cuando hablamos de lo suficiente, estos no van a estar incluidos en ello. Podríamos considerar una cantidad mínima que nos permitiesen acceder a algunos de ellos e incluirlo en el mínimo suficiente. Pero esta cantidad, sería pequeña y limitada. Solo para permitirnos disfrutar de algunas apetencias.
La clave para entender la medición de lo suficiente está en las necesidades sociales y de la condición. Porque estas son subjetivas, no puede hacerse un listado objetivo como en las básicas, dependen de cada persona o familia y lo que es una necesidad para unos puede no serlo para otros. En esencia, que una apetencia o deseo se convierta en una necesidad social y de la condición para una persona o familia depende de varios factores.
1.- Externos o sociales. Son aquellos que no dependen de nosotros, que nos obligan a considerar algo como necesidad aunque nosotros no lo queramos. Tener wifi, contar con un teléfono móvil se convierten en necesidad social porque montamos la sociedad de manera que quien no los tiene queda excluido de poder desarrollarse normalmente en muchos campos.
2.- Autoinducidos porque son propios del lugar, de las circunstancias familiares o personales y de la profesión que se realiza. Quien viven en el campo siente como necesidad un vehículo propio para desplazarse pero otras personas que viven en el centro de la ciudad pueden no necesitarlo porque utilizan el transporte público. Para un profesor universitario un ordenador portátil puede ser una necesidad mientras que mucha gente vive muy bien sin tenerlo. Una familia numerosa con varios niños puede necesitar una casa más grande, etc. La diferencia esencial con los anteriores es que estos dependen de las opciones que tomamos en la vida. Somos nosotros quienes determinamos estos factores.
3.- Derivados de las propiedades o de las adicciones. La cantidad de propiedades que se tiene generan necesidades si no se utilizan como fuente de ingresos (en cuyo caso son un capital puesto al servicio de generar rentas), porque toda propiedad genera gastos, seguros, mantenimiento, reparaciones y otros. Una casa, un barco, una autocaravana, una mascota, un automóvil… Todos ellos generan gastos que se convierten en necesidades si queremos conservar nuestra propiedad. Las adicciones (tabaco, drogas, ansiolíticos, alcohol, etc) también me generan la necesidad de mantenerlas. Estos factores también dependen de mis opciones vitales, como los anteriores.
La clave de lo suficiente está en el coste de las necesidades básicas en cada lugar, pero las diferencias de unos a otros se basan, sobre todo, en la cantidad de necesidades sociales y de la condición que se tienen. Cuanto mayores son estas, lo suficiente para vivir bien se incrementará y viceversa. Un ejemplo que nos puede servir para comprender esto está en los jóvenes de hoy. Cuando le pido a mis alumnos o a mis hijos que vean cuáles son sus necesidades sociales y de la condición, siempre son superiores a las que yo tenía a su misma edad (teniendo las mismas características básicas de edad, condición económica y ocupación). Esto supone que para alcanzar los mismos niveles de felicidad y satisfacción con su vida, los jóvenes de hoy tienen que poder acceder a más bienes y servicios de los que necesitábamos nosotros a su misma edad.
Este elemento afecta al nivel de satisfacción de las personas porque para alcanzar un mínimo algunos necesitas más ingresos que otros y esto depende de sus circunstancias personales y familiares, pero esencialmente, de cuáles son sus necesidades sociales y de la condición. A esto hay que añadir otro elemento que es el nivel de exigencia que nos conecta con la capacidad para la gratitud. Las personas que tienen más necesidades sociales, reclaman el derecho a cubrirlas, de modo que si no les alcanza para ello, se consideran insatisfechas. Esto suele tener una relación estrecha con una vida centrada en uno mismo, con aquellas personas que siempre tienen claro lo que les gusta, lo que quieren, lo que necesitan para vivir y lo exigen a los demás y a la sociedad. Alcanzar ese nivel de vida y lograr que todo vaya como a ellas les gusta es la base sobre la que construyen su felicidad. Si no lo logran, su insatisfacción se eleva.
Sin embargo, aquellas personas que logran reducir sus necesidades sociales, cuando alcanzan lo mismo que las otras lo viven, no como un derecho a lo necesario, sino como una suerte de poder disfrutar de lo prescindible, de aquello que son sus apetencias o deseos. Ello les hace que puedan ser felices con mucho menos y que cuando tienen lo que las otras consideran lo mínimo imprescindible, ellas lo vivan con mucha satisfacción desde el agradecimiento por disfrutar de aquello que no merecen y a lo que no tienen derecho. La gratitud es más fácil de vivir cuando se necesita menos, cuando no se precisa que las cosas sean de una determinada manera para sentirse bien, cuando se piensa que se tiene derecho a menos, cuando lo que recibimos es añadido a lo que precisamos para vivir. Teniendo lo mismo que otras personas se puede vivir más agradecido, más feliz, más satisfecho por tener aquello que no se merece, que no se esperaba o que le han regalado otros. Es más fácil así llevar una vida en plenitud y utilizar las energías de mejora en unos campos distintos al económico.
PARA REFLEXIONAR
Esta vez os pediría reflexionaseis sobre cuáles son vuestras necesidades sociales y de la condición. Aquellos que os suméis a la conversación, estaría bien que hubieseis utilizado previamente a ella cinco o diez minutos para pensar en ello. Quienes no os incorporáis, esta reflexión os puede ayudar a vivir desde la racionalidad de lo suficiente.