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Trabajar con plenitud

10 Abr

Artículo publicado en la revista ICONO, año 114, nº 4, Abril 2013 pág: 14-15

Trabajar con plenitud 1

Trabajar con plenitud 2

El trabajo es algo importante para nuestra vida. Con él ganamos el pan que nos permite sobrevivir y llevar una vida digna. La falta de trabajo que observamos en nuestra sociedad es trágica para aquellos que la sufren. El elevado desempleo está resultando en un incremento de los niveles de pobreza y una bajada de las rentas familiares que provocan problemas a pequeña y a gran escala. Además, aprovechando esta coyuntura, se están bajando los salarios de manera que vuelve a darse con relativa frecuencia el fenómeno de los “trabajadores pobres”, es decir, personas que tienen empleo y trabajan ocho horas diarias o más, pero cuyos salarios no les permiten salir de la pobreza.

Las frustraciones personales que se derivan de esta situación van más allá de la falta de ingresos. La sensación de impotencia, de inutilidad, de frustración… no se derivan únicamente de la falta de ingresos, sino de la falta de trabajo en si misma. Parece que cuando una persona tiene trabajo, esto solamente sirve para ganar el dinero necesario para vivir, pero cuando se carece de un empleo, se aprecia como esta dimensión del trabajo no es ni la única, ni tiene por qué ser la más importante.

Las dimensiones del trabajo

La Doctrina Social de la Iglesia nos ha mostrado, especialmente a través de la Encíclica de Juan Pablo II “Laborem Exercens” como el trabajo tiene tres dimensiones importantes para la vida. La primera es la ya nombrada el en párrafo anterior, esto es, es el medio que nos permite “ganarnos la vida”, generar los ingresos necesarios para poder vivir nosotros y nuestras familias.

La segunda tiene que ver con nuestro crecimiento como personas. Nuestro trabajo es una dimensión esencial en nuestra maduración, en nuestros anhelos de perfección. Nosotros también ganamos en humanidad a través de nuestro trabajo. Por lo tanto, es muy importante que el trabajo nos sirva para esto, para realizarnos como personas, para crecer en el amor, para ser mejores y para buscar la perfección.

En tercer lugar el trabajo es parte de nuestra colaboración a la construcción de un mundo mejor. Nosotros cooperamos con nuestros semejantes en la creación del reinado de Dios en la tierra a través de nuestro día a día, y el trabajo ocupa una gran parte de las horas de nuestra jornada.

Las tres dimensiones son importantes

Con frecuencia no nos damos cuenta de que las tres dimensiones (y no solo la monetaria) son importantes. Es la carencia de alguna de ellas la que nos hace valorarla. Esto sucede cuando, por ejemplo, logras un empleo mejor remunerado que el anterior pero tu vida empeora por que la dimensión monetaria mejora, pero las otras no. Esto lleva a que algunas personas renuncien a trabajos en los que cobran más, por otros peor pagados. Algunos no entienden esta elección ya que solamente dan importancia al factor monetario, pero es perfectamente comprensible y razonable cuando atendemos a las otras dos dimensiones del trabajo.

Algo parecido sucede con los sentimientos de inutilidad, frustración o impotencia que experimentamos cuando nos falta el trabajo. Con frecuencia estos provienen de las dos dimensiones no monetarias del trabajo. Nos sentimos vacíos ya que no podemos hacer nada útil por la sociedad. La falta de actividad nos impide realizarnos y crecer como personas, nos introduce en un bucle negativo del que es difícil escapar. Tenemos la sensación de que el mundo puede seguir funcionando sin nosotros, de que no somos necesarios para que la sociedad avance, lo que nos empuja hacia la frustración y el desencanto.

Conseguir vivir mi trabajo en plenitud

Por todo ello creo que es bueno recordar a menudo las dos dimensiones no monetarias del trabajo. Para lograrlo es positivo comenzar la jornada de trabajo pensando en a quién vamos a beneficiar hoy con nuestro trabajo, cómo vamos a contribuir con él a la construcción de un mundo mejor, qué cosas vamos a hacer qué sean útiles para alguien, que actitudes debo tomar para que los receptores de mi trabajo estén más agradecidos. También es bueno recordar que mi trabajo de hoy me tiene que servir para ser mejor persona, para crecer en el amor…

Además, creo que debemos incidir también en esto a nuestros niños. Cuando les animamos a estudiar o a ser aplicados, con frecuencia les decimos que hay que hacerlo para poder lograr un buen trabajo en el que se puedan ganar la vida holgadamente en el futuro. Siendo esto cierto y correcto, creo que es importante decirles que también hay que estudiar para poder aportar más a la sociedad y para poder realizarse mejor como personas. Insistirles también en estos aspectos les ayudará en un futuro a vivir su trabajo de una manera más plena y gratificante.

 
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Publicado por en abril 10, 2013 en trabajo

 

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